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Em tempos de pré-sal

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Da Folha de S.Paulo

Com um ano e dois meses de atraso, o presidente Lula vai anunciar o veto à expansão das plantações numa área de 4,6 milhões de quilômetros quadrados -mais da metade do território nacional- e em regiões que mantenham a vegetação nativa no restante do país. Essas serão as principais medidas do “selo verde” que quer imprimir ao projeto do álcool combustível, escanteado devido à prioridade ao pré-sal.

Em discurso na sede da União Europeia, em Bruxelas, em julho de 2007, Lula afirmou que o biocombustível brasileiro não aumentaria o desmatamento nem avançaria sobre a produção de alimentos. Desde então, esse compromisso ficou limitado às palavras.

Com exceção das nove usinas que operam na Amazônia e na área do entorno do Pantanal mato-grossense, novos empreendimento serão proibidos nessas regiões, segundo a proposta. O projeto estimulará novas plantações de cana em áreas de pastagens degradadas.

A expectativa de governo e produtores é duplicar a área de cerca de 7 milhões de hectares (ou 70 mil quilômetros quadrados) de cultivo até 2017. Objeto de longa e acirrada disputa no governo, as regras do zoneamento da cana correm o risco de serem alteradas no Congresso antes de entrarem em vigor.

Aos ministros, Lula anunciou que não podia comprometer a estratégia do álcool “verde” para atender aos interesses de produtores rurais do Mato Grosso e do Mato Grosso do Sul, aliados do ministro Reinhold Stephanes (Agricultura).

Mas, ao optar por um projeto de lei -e não por medida provisória-, Lula abriu caminho para novo “round” entre o agronegócio e os ambientalistas.

O anúncio do zoneamento da cana está confirmado para o dia 17. O evento terá 300 convidados. Integrantes do governo reconhecem no ato comandado por Lula uma resposta à movimentação da pré-candidata ao Planalto Marina Silva (PV).

O compromisso com o biocombustível verde extrapola, porém, o debate político interno. Tem a ver com a imagem internacional e com a possibilidade de barreiras não-tarifárias à venda do álcool no exterior.

Essa preocupação foi exposta em carta a Lula pelo presidente da Unica (União da Indústria de Cana-de-Açúcar), Marcos Jank. A carta registra que “percepções errôneas sobre a correlação entre biocombustíveis e desmatamento ainda persistem” e pede a definição breve das regras.

Lobby
O lobby mais forte e principal entrave ao zoneamento da cana até aqui tem como pivô uma área de 110 mil quilômetros quadrados no entorno do Pantanal. Ambientalistas alegam que o cultivo de cana na área, onde já operam cinco usinas, pode contaminar o Pantanal. O ministro Carlos Minc (Meio Ambiente) ameaçou deixar o governo caso a área fosse liberada para a cana.

Os produtores locais, que esperavam fazer da borda do Pantanal um novo polo de produção de açúcar e de álcool, prometem reagir. “70% da produção do Mato Grosso se concentra nessa região e três novos projetos estavam aguardando a liberação. A decisão é um retrocesso”, disse Jorge Santos, diretor do Sindálcool (Sindicato das Indústrias Sucroalcooleiras do Estado do Mato Grosso).

A mobilização para tentar mudar a proposta do governo no Congresso é confirmada pelo presidente do BioSul (Associação dos Produtores de Bioenergia de Mato Grosso do Sul), Roberto Hollanda. “Há cerca de um milhão de hectares que poderiam receber novos projetos”, defende.

A presidente da CNA (Confederação Nacional da Agricultura), senadora Kátia Abreu (DEM-TO), avalia que o zoneamento da cana deveria se limitar a medidas de incentivo à produção em áreas que o governo considerasse mais aptas, sobretudo por meio de financiamento público. “Proibir é uma coisa de que não gosto; ferir o direito de propriedade e a livre iniciativa incomoda”, disse.

A proposta do governo prevê o veto à expansão da cana na Amazônia e no entorno do Pantanal não só via licenciamento, mas por meio de autorização do Ministério da Agricultura às novas usinas. Outra medida é proibir o corte da vegetação nativa para o cultivo de cana. A desobediência poderá levar ao embargo da produção.

Enviado, por email, pelo colaborador Alfredo Martin

Lunes, 7 de septiembre de 2009

Investigan en Cuyo la utilización de algas para producir biocombustibles

Son biocombustibles de tercera generación. Las algas consumen desechos, purifican las aguas cloacales y pueden ser utilizadas sin afectar tierras de cultivo alimentario. El proyecto avanza en la Universidad Nacional de Cuyo.

El equipo de la Facultad de Ingeniería de la universidad cuyana está dirigido por Jorge Barón.
Por Pedro Lipcovich

Se lanzó el primer proyecto para producir comercialmente, en la Argentina, biocombustibles a partir del cultivo de algas. Lo desarrollan ingenieros de la Universidad Nacional de Cuyo, y ofrece perspectivas a tres puntas. Una es poner al país en la primera línea para producir el biocombustible que más apuestas a futuro convoca. Otra es aprovechar el hecho de que, para estas algas, los desechos que más repugnan al humano son manjares exquisitos, y utilizarlas para purificar las aguas cloacales, en este caso de la capital mendocina. Todavía otra perspectiva es usarlas para reciclar el dióxido de carbono de fábricas y centrales eléctricas y así integrarlas en la respuesta al calentamiento global. Las algas unicelulares –capaces de duplicar su tamaño en 24 horas– son la estrella de la “tercera generación” de biocombustibles. La primera generación, que utiliza plantas tradicionalmente empleadas para alimentación humana como el maíz o la caña de azúcar, es cada vez más cuestionada, no sólo por entidades ambientalistas sino por organismos supranacionales incluida la Unión Europea.

El equipo de la Facultad de Ingeniería de la universidad cuyana está dirigido por Jorge Barón: “Ya logramos producir aceite apto para fabricar biodiesel, a partir de algas unicelulares, con rendimientos muy interesantes, aprovechando las excelentes condiciones del sol durante el verano mendocino”. El desafío, en la Argentina y en el mundo, es “hacerlo a escala industrial, en condiciones económicamente sustentables”. Para anotarse en esta carrera, los investigadores cuentan ya con financiación, proveniente de una empresa norteamericana. “En el nivel científico, ya lo hemos probado: ahora se trata de dar el salto al nivel tecnológico.”

Las algas pertenecen a la denominada tercera generación en biocombustibles. La primera corresponde a la obtención de alcohol etílico a partir de cultivos como el maíz, la caña de azúcar o la soja. Este procedimiento es hoy fuertemente objetado: primero, porque quita tierra cultivable a la producción de alimentos; segundo, porque, aunque libere a la atmósfera menos dióxido de carbono que el petróleo o el gas, de todos modos el balance ambiental resulta negativo, especialmente si se considera la energía necesaria para las distintas etapas del cultivo, incluido el uso de fertilizantes. Por eso la Unión Europea, que a fines del año pasado estableció la obligación de que el diez por ciento del combustible usado en transporte en su territorio provenga de fuentes renovables, puso en condicional el uso de estas fuentes.

La segunda generación de biocombustibles utiliza las mismas plantas de cultivo pero se vale de partes residuales, sin valor alimenticio, como podría ser el bagazo de la caña de azúcar o las hojas de los árboles que se cultivan por su madera. Pero las tecnologías necesarias son demasiado caras. Según evaluó la Unión Europea, “es improbable que la segunda generación de biocombustibles sea competitiva con la primera antes de 2020”.

La tercera generación, la más promisoria, apela a cultivos desarrollados exclusivamente para la obtención de combustible: incluye palmeras de muy rápido desarrollo, pero la estrella son las algas. Estas son consideradas los organismos más eficientes de la tierra por su altísima tasa de crecimiento –algunas especies duplican su tamaño cada 24 horas– y su alto contenido de aceite aprovechable. Además, como se cultivan en agua, no usurpan tierra destinada a producir alimentos.

El agua donde han de cultivarse las algas no necesita estar limpia y en realidad es mejor que no lo esté. En el caso del proyecto de la Universidad de Cuyo, “pensamos aprovechar las aguas de Campo Espejo, que es el lugar donde se tratan todas las aguas cloacales de la ciudad de Mendoza”, contó Barón. Estas aguas ya reciben un tratamiento, mediante bacterias que degradan el material orgánico y las dejan en condiciones de ser utilizadas para el riego de cultivos no destinados a alimento. “Estamos en tratativas con el gobierno provincial para utilizar esas aguas servidas en el cultivo comercial de algas: componentes que son dañinos para la salud humana, como el amoníaco, para las algas son un alimento muy bueno. Y, como subproducto, quedará un agua totalmente purificada.”

Para alcanzar sus enormes velocidades de crecimiento, las algas –como todas las plantas– necesitan tres cosas: sol, para la fotosíntesis; nutrientes, señaladamente el nitrógeno; y dióxido de carbono. Otra de las patas del proyecto mendocino es “aprovechar el dióxido de carbono que emiten las fábricas o centrales de electricidad”, agregó Barón, y explicó: “El gas de la chimenea de la fábrica se hace pasar por el agua donde crecen las algas: así el dióxido de carbono se disuelve para formar agua carbonatada, una especie de soda: bajo la luz del sol, el alga absorbe ese dióxido de carbono y lo transforma en moléculas orgánicas más grandes, como azúcares, proteínas o aceite”. Este procedimiento “tiene la ventaja adicional de que reduce la emisión de dióxido de carbono a la atmósfera por parte de las industrias involucradas”. Esto, además de su valor ecológico, tiene un valor económico gracias a los “bonos de carbono” que establece el Protocolo de Kyoto.

De todos modos, “por más que el desarrollo de las algas ya esté logrado a nivel científico, no es fácil poner a punto las tecnologías necesarias para hacerlo económicamente rentable, que incluyen determinar la temperatura, la salinidad y la acidez del agua –comentó Barón—. Si bien en la Argentina hay otros proyectos de investigación en el plano científico, el nuestro es el primero que encara la producción a escala industrial”.

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Celulose e cana lideraram casos de trabalho escravo em 2008

porJoel Felipe Guindani

A Comissão Pastoral da Terra (CPT) do Paraná divulgou nesta quarta-feira (03) a mais recente edição da obra Conflitos no Campo. Em forma de pesquisa científica, são divulgados os dados dos conflitos e da violência no campo relativos ao ano de 2008, com enfoque para estado do Paraná. Rogério Nunes da Silva, membro da coordenação estadual da CPT comenta sobre os objetivos da obra.

O relatório visa reiterar que a violência no campo permanece nesses 24 anos de publicação da obra. O relatório não trás notícias muito boas que são os casos de violência, assassinatos e despejos, mas é um retrato para o sociedade brasileira pensar sobre os desafios do campo que são colocados na atualidade,” diz.

Especificamente no Paraná foram 13 casos de trabalho escravo registrados em 2008. Desses casos foram libertadas 391 pessoas. Rogério enfatiza que o setor açucareiro e o de celulose são os responsáveis por esses números que, em relação a 2007, obtiveram um aumento de 200%.

É um aumento assustador de trabalho escravo no estado. É um aumento de 200% se comparado com os números de 2007, especificamente em dois dos setores do agronegócio tidos como mais modernos e em plena expansão que são da cana e da celulose. Ou seja, essa expansão desse agronegócio no estado tem intensificado as situação de violação dos direitos dos trabalhadores”, argumenta.

Rogério destaca que o segundo problema diz respeito à violência sofrida pelas famílias camponesas por parte de algumas empresas de segurança privada do estado. “A segunda questão que continua preocupando a CPT é a atuação dos pistoleiros, desses grupos armados, agora escondidos sob a fachada de empresas de segurança. Esses grupos continuam violentando os trabalhadores, principalmente os trabalhadores sem terra. O Paraná continua sendo o estado com o maior número de famílias violentadas por esses grupos no campo brasileiro em 2008”.

A Comissão Pastoral da Terra, desde sua criação em 1975, estuda os conflitos no campo brasileiro por meio de sua rede de agentes de base situados em praticamente todos os estados brasileiros. A CPT, com este trabalho, tornou-se a única entidade a realizar tão ampla pesquisa da questão agrária em escala nacional.

Fonte: Agência Chasque

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“De tanto postergar o essencial em nome da urgência, termina-se por esquecer a urgência do essencial.” Hadj Garm'Orin

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O Centro de Estudos Ambientais (CEA) é a primeira ONG ecológica da região sul, constituída em Rio Grande/RS/Brasil, em julho de 1983.

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